Aniversarios

Llegó el día de mi 30 cumpleaños. 28 de agosto, última semana de vacaciones. Había decidido organizar una fiesta al aire libre, en el Parc de la Ciutadella. Lo tenía todo preparado, el menú ideado, el listado de invitados completado, la lista de reproducción de música bien seleccionada. Había comprado una jarra de cristal de cinco litros, con su pequeño grifo, con la idea de llenarla de hielo, agua, limón, menta y anís estrellado, e incluso un par de manteles de cuadros para la ocasión. 

Y sin embargo, cuando llegó el día, me encontré sin poder levantarme de la cama, a 30 grados a la sombra y llorando porque me dolía muchísimo tratar de caminar. No hubo celebración. La jarra se quedó en el altillo, destinada a acumular polvo. Tampoco hubo vuelta a la oficina. 

Aún no lo sabía, pero tenía una hernia discal que me iba a "regalar" unos cuantos meses de tiempo libre, sufrimiento y reflexión. Dejé de caminar, literal y también figuradamente. Me apeé del camino marcado, seguido fielmente hasta la fecha y, por primera vez, me planteé hacia dónde desearía ir cuando pudiera volver a caminar. Ese día fue el día "cero" en mi camino hacia la comunicación científica. 

Llevaba siete años trabajando en una consultora de comunicación, siendo periodista de título y estratega y redactora de profesión. Y también un poco traidora de vocación. Siete años dedicando alma y cuerpo a un trabajo lleno de retos y también satisfacciones, y de mucho contacto con las ciencias de la salud, pero también a rebosar de sacrificios, dolor (a la hernia me remito) y de esforzarme por encajar en valores y prioridades demasiado ajenas. 

Tener unos meses de introspección da para mucho, y a mi sirvió para vivir toda una crisis profesional, al final de la cual tomé la firme decisión de no volver a mi trabajo cuando me hube recuperado. Me decidí a buscar un proyecto al que dedicarme que contribuyera de forma explícita a construir un mundo mejor: más justo, más sostenible, más accesible, más saludable, más feliz. 

Empezó entonces una ardua investigación interior acerca de mis habilidades y, también de mis intereses y pasiones, para entender dónde y cómo buscar ese proyecto. Escribir y leer siempre me ha salvado. Preguntar para aprender y para entender mejor es mi pasión. Y ahora deseaba poder hacerlo sobre un tema que me interesara y con un objetivo relevante: mejorar la vida de las personas. La conclusión se resumía en la suma de dos conceptos: comunicación y ciencia y, más específicamente, comunicación y salud mental.

Así que dicho y hecho: cuando me recuperé de la hernia, empecé un nuevo trabajo como responsable de comunicación y estrategia en una entidad privada dedicada a la salud mental individual y al bienestar en las empresas, donde por primera vez sentí que lo que trataba de comunicar estaba totalmente en sintonía con mis intereses y mi manera de entender el mundo. Qué gustazo.

Desde ahí, pandemia mediante, acabé llegando finalmente al mundo de la investigación en salud mental, en concreto a un proyecto llamado Red TECSAM. Esta red ha sido creada con financiación europea y aglutina a los principales grupos de investigación de Catalunya dedicados a la salud mental y la tecnología. Mi rol es de Responsable de Comunicación, aunque he tenido el privilegio de estar implicada en el nacimiento y primeros pasos de este proyecto no solamente desde la vertiente de la comunicación, sino también desde la ejecución.

Mi día a día ha estado repleto de reuniones con investigadores e investigadoras, aprendiendo sobre sus líneas de investigación y sus resultados, pero también acerca de los retos que enfrentan, y las dificultades. También, entrando en contacto con las personas afectadas por problemas de salud mental en primera persona, y sus necesidades y reclamos históricos (derechos, lucha contra el estigma...). Sin olvidar contactos con el sector privado y la administración pública. Compartiendo información relevante para todos ellos, miembros del ecosistema de la innovación en salud mental. Todo ello con la voluntad de mejorar la calidad de vida de las personas, y contribuyendo a la transferencia y la valorización de los resultados investigación de los grupos miembros. 

Toda una inmersión en el ecosistema innovador e investigador que, no lo negaré, me ha hecho pensar en más de una ocasión en buscar en un futuro la oportunidad de probar suerte en el mundo de la investigación y de la academia como investigadora en comunicación... Y es que ahora que por fin he llegado a la ciencia, la verdad es que quiero quedarme. 

De momento, aquí me tenéis, aprendiendo desde hace ya unos cuantos meses de la mano de la UPNA para convertirme en "Experta Universitaria en Comunicación Científica", sumando motivos de peso para que la ciencia me siga eligiendo en su equipo.




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