Cerebro y maternidad, un programa de radio

Imaginemos que estamos en el coche, son las 12:45h de la mañana, encendemos la radio y sintonizamos un conocido magacín matinal...


ANA MARTIN (PRESENTADORA LAS MAÑANAS MAGACÍN) (AM): Buenos días de nuevo, nos acercamos al filo del mediodía y algunas ya empezamos a tener hambre… Así que creo que es el momento idóneo para dar la bienvenida a nuestra experta en Neurociencia, la periodista Iris Mauricio.

IRIS MAURICIO, PERIODISTA Y “EXPERTA” EN NEUROCIENCIA (IM): ¡Buenos días, Ana! De momento, me puedes considerar experta en prácticas, ¡que aún estoy empezando en esto de la divulgación de la ciencia! 

AM: Bueno, bueno, sabemos que vas con la L, pero parece que te defiendes…

IM: Sí, sí, de hecho, hoy os voy a contar cosas muy interesantes… Vamos a hablar sobre el hambre. Concretamente, sobre los antojos en el embarazo. Os adelanto que no son un mito, son reales, y su origen está, cómo no, ¡en el cerebro!

AM: Vamos, que, si una amiga, pareja, compañera o hermana embarazada me dice que NECESITA, yo que sé, chuches, gofres, un granizado de pomelo… ¿Lo necesita de verdad?

IM: Por lo menos, eso es lo que su cerebro le está haciendo creer, si. Las embarazadas suelen tener un mayor deseo por comer alimentos dulces y calóricos. Lo explican los científicos Marc Claret y Roberta Haddad-Tovolli, ambos del Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (IDIBAPS) de Barcelona, en su último artículo, publicado en la revista Nature Metabolism.

AM: Eso suena importante.

IM: Así es, la Nature es una de las revistas científicas más prestigiosas a nivel internacional. En este caso, los investigadores han estudiado posibles causas de los antojos y también sus posibles consecuencias. Es un estudio que se ha hecho en ratones, pero se considera aplicable a humanos porque igual que sucede con las mujeres embarazadas, las hembras de ratón son más sensibles a los dulces y desarrollan conductas de ingesta compulsiva de alimentos calóricos.

AM: Vale, a ver, vamos a por las causas. ¿Qué es lo que provoca los antojos?

IM: El estudio explica cómo algunos circuitos neuronales se reorganizan durante el embarazo. Por ejemplo, el llamado sistema de recompensa, que regula el placer que obtenemos ante determinados estímulos, cambia. También sufren cambios los centros gustativos y los sensoriomotores. Todos estos cambios se traducen en un mayor deseo por comer alimentos altos en calorías y bien dulces.

AM: ¿Y cuál sería la utilidad de este antojo de dulce tan tremendo?

IM: Pues en este estudio nos cuentan que el antojo tenía sentido evolutivamente como mecanismo para acumular energía. Sin embargo, hoy en día tenemos acceso a alimentos altamente energéticos prácticamente siempre que los deseemos, por lo que "sucumbir" recurrentemente a estos antojos podría tener algunos efectos negativos.

AM: Vaya, hombre… ¿Ni embarazada puede una darse el capricho?

IM: Un capricho, sí, pero no muchos más… Este estudio ha demostrado también que satisfacer los antojos persistentemente puede afectar al metabolismo y a los circuitos neuronales del bebé, en especial aquellos relacionados con ingesta de alimentos. En concreto, podría conllevar aumento de peso, ansiedad o trastornos alimentarios. Conclusión: los antojos son reales y normales, y hay que satisfacerlos ¡con moderación!

AM: Vale, tomamos nota. Moderación al poder cuando se trata de antojos. Apuntado queda. 

IM: Pues si esto te ha parecido interesante, que me alegro mucho, no guardes aún la libreta. Vamos a hablar de otros cambios que suceden en el cerebro de las mujeres embarazadas. Por poner un buen ejemplo: un cambio importante es que el cerebro crece.

AM: ¿Qué? Una lleva toda la vida pensando que como mucho te pueden crecer los pies o te puede aumentar la miopía, y resulta que con el embarazo te crece hasta el cerebro…

IM: Pues sí, hay evidencia de que el cerebro cambia a muchos niveles con el embarazo: mayor tamaño, y también mayor plasticidad, agudización de los sentidos…  Sin embargo, muchas gestantes hablan también de dificultades de memoria y de concentración, algo que puede sorprender cuando afirmamos que el cerebro está creciendo y que los sentidos se agudizan. Lo que sucede, según apunta la ciencia, es que el cerebro se está enfocando en la maternidad y, quizás, “desenfocándose” de otros temas.

AM: ¿Qué quiere decir, que el cerebro se enfoca en la maternidad?

IM: Mira, hay un proyecto de investigación español en marcha, llamado Be Mother Project, que se dedica a estudiar el cómo y el porqué de estos cambios. Su hipótesis es que los cambios cerebrales en el embarazo suponen una ventaja adaptativa para la maternidad: permiten reconocer necesidades del bebé, promover el vínculo.... Ahora mismo están reclutando participantes para el estudio, así que aún habrá que esperar un poco para conocer resultados, pero parece que los tiros van por ahí.

AM: Los cerebros de las madres se preparan para la maternidad durante el embarazo y cambian bastante… ¿Pero ¿qué pasa después con esos cerebros, siguen siendo distintos?

IM: Pues sí, y acerca de esto tengo una buena noticia y otra no tan buena, ¿por cuál empiezo?

AM: Siempre se empieza por la buena, que, si no, si la mala es muy mala, la buena ya ni la celebras…

IM: Bueeeno, en este caso la buena es genial y la mala… No es sorprendente, por lo menos. Vamos a por la buena: un estudio de la neurocientífica Ann-Marie De Lange, del Hospital Universitario de Lausana, Suiza, muestra que los cerebros de mujeres que han dado a luz a más de un hijo parecen “más jóvenes” a largo plazo, comparados con otras mujeres de su edad y sin hijos: tenían menos atrofia de la materia gris y menor disminución de la materia blanca.

AM: O sea, ¿podemos afirmar que tener hijos protege el cerebro?

IM: Si, ¡más o menos! Pero ahora viene la parte mala…

AM: A ver, cuenta…

IM: Estos beneficios fueron calificados de "muy moderados". Y también se resaltó que la maternidad también se asocia con mayores niveles de estrés a causa de, por ejemplo, la conocida falta de sueño que suele conllevar, así como la reducción en las interacciones sociales que suele suponer, por ejemplo. Estos factores no solo afectan al proceso de envejecimiento, sino que también pueden tener un gran efecto sobre la salud mental.

AM: Como decías, no es una información desconocida, pero sí importante. No está mal tomar conciencia de vez en cuando… Pensemos en las madres que tenemos en nuestras vidas y echémosles un cable… Que seguro que lo necesitan y seguro que lo agradecen.

IM: Tanto ellas como sus cerebros, y su salud mental, agradecerán seguro una siesta, un descanso, o un ratito para ellas mismas… No subestimemos el potencial dañino del estrés, ni el potencial curativo de tender una mano…

AM: Lo que está claro es que, con ese cerebro creciente para prepararse para dar amor y cuidados, las madres nos van a estar muy agradecidas si nos acercamos de vez en cuando.

IM: Lo de ofrecernos a traerles ese dulce que se les antoje, eso ya…

AM: ¡Que lo decida cada cuál! Muchas gracias, Iris, ¡hasta la semana que viene!

IM: ¡Muchas gracias, Ana! ¡Hasta pronto!




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